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sábado, 10 de octubre de 2015

Una noche de penas Ahogadas en dulzura
En ese Margarita que me mira con recelo, 
Pues sabe que la soledad me ha atrapado por la espalda
Como un puñal que hiere y no mata.
Noche de tragedia gris y silencio
Escuchando al poeta que canta tan bellos versos.
La copa se ha agotado y las lágrimas acompañan
Mientras toca la guitarra el bardo de Madrid.

Oh Madrid, has sorprendido a la latina
Que tiene la maldita capacidad de sentir,
Oh Madrid, la espera ha sido larga
Y te he vuelto a encontrar en las calles de mi país.

Democracia

Cantan aburridos el hoy y el pasado,
Saben que esta sonata es tan triste como larga.
Sueñan con un padre que acuda a su rescate,
Y con una madre paciente que cure las heridas cercanas a la muerte.
Tienen miedo del mañana que se acerca con las alas rotas
Y con las manos amarradas a la espalda.
Sin embargo una luz se enciende entre tanto desastre,
Esa luz de ojos negros y cabello salvaje,
Ha descuidado su aspecto y aún así se ve radiante,
Debo decir que a veces su luz titila hasta apagarse
Pero a veces irradia tanto o más que el sol en los umbrales de la esperanza.
Vamos a gritar su nombre para que pierda la timidez
Para que se desnude en nuestros corazones
Y haga un
estriptís 
en las urnas.
¡Democracia!
¡Democracia!
Rompe las cuerdas que amarraron al mañana 
Y colócate los zapatos de la justicia,
Se el padre y madre que esperamos
Y haznos sentir seguros ante tu soberanía.
Una noche en velas
Y el silencio, y la espera.
Cuando la alondra cante
Cuando la luna descienda
Se que volverás
Junto con la niebla.


De repente


De repente encontré tu nombre entre los versos de un poema.
De repente me di cuenta de que había perdido la cabeza.
De repente sentí un vacío de esos que te desvelan.
De repente me encontré pensando en olvidar.



Musa

Ya no se que hacer,
esta mente dispara de mis emociones
a la hora de sonreír,
esa musa, compañera, se esconde,
en el momento de ser feliz.
Pero qué dilema, maldita sea,
en el que esta dichosa pudo encerrarme.
Si ser feliz es el precio de perderle
¿Cómo ser feliz sin mi musa,
y porqué sufrir para cogerle?
Soportarme pues, en momentos difíciles,
liberar mi llanto en la agonía,
curarme del pecado de amar pudo
y en un intento fallido
logró enseñarme la alegría.
¿Y cómo es que ahora me abandona?
Será que la malévola ha de hacerme reclamar la injusticia
de caminar entre las sombras con los ojos humedecidos
y los pies descalzos sobre espinas de rosas.
¿Será pues, que cumplió su misión tan poderosa
de arrancarme de la tragedia
y bañarme en la dicha de una vida esplendorosa?
¡Pero qué tontería!
Si vivir sin mi musa yo no puedo,
aquella que me llena el vacío
con su peculiar belleza
cuan hermosura sobrepasa incluso
a la esplendorosa silueta de una mujer desnuda.
Pues esa ha de ser mi musa,
mi sentido de vivencia,
el rayo de luz que mis ojos contemplan
entre las nubes grises que en la ciudad atormentan.
Alma de mi alma,
espíritu de mi esencia,
No me dejes sola

pues a la felicidad renuncio por tu presencia.

Solo tengo ganas

Solo tengo ganas de verte,
desnudar el silencio
y salir a mirar
las colinas de nubes celestes
que ríen desde lo alto de la soledad.

Solo tengo ganas de darte
la mano a escondidas de la realidad
y que perdonen mis ansias
pero yo con ellas no quiero estar más.

Que dirá la razón que dirá el corazón
cuando esté a tu lado esa sensación
que será del momento
en que tu cuerpo y mi cuerpo
hagan el amor.

Solo tengo ganas de atarme
por siempre a tus pisadas,
para que no me dejes nunca
errar el camino que toca tu alma.

Solo tengo ganas de que me ames,
para toda la vida,
y que no se te olvide jamás,
mi nombre al despertar.

Quiero escuchar tu reír,
y sentir tu corazón latir en mis manos,
quiero probar esa vid
que destilan tus labios.

Quiero que seas de mi,
lo que de ti siempre seré.
Quiero que me acaricies la piel

y recorrer con mis labios
el camino de tu pecho.

Sombras

Sus piernas eran rutas conocidas,
sus labios de dominio nacional,
su baile provocaba ganas enfermizas
de arrojarla a la cama en un acto pasional.

Era madre, era hermana, era hija,
era una mujer excepcional.
Las drogas no habían entrado en su vida
ni el alcohol la acompañaba en el dolor.

Yo la vi una vez, en sabanas blancas,
en su rostro había un rayo de paz,
la luz se había escapado de sus ojos
junto con los sueños de libertad.

Había estudiado medicina en la nacional,
tenía un novio que la amaba hasta matar,
su pequeña Alicia de dos años nada más
jamás le volvería a decir mamá.

Es tan grande la bondad en muchos
y en otros es inmensa la maldad,
es que hay una ciudad en sombras
que todos cruzan sin mirar,
hay almas escondidas que desean encontrar
la vida que se les robó.